Qué curiosa energía es el dinero. Invisible como todo lo que de verdad importa y, por eso mismo, incontrolable. Su estado natural es, como el nuestro, cambiar. Y así, aumentando y disminuyendo, logra alterar nuestra percepción de las cosas, alquilarnos breves dosis de felicidad, garantizarnos el sufrimiento. A veces, por mucho que lo buscamos, nos esquiva dolorosamente; otras, casi sin esfuerzo, nos sale al paso hasta llenar nuestros bolsillos. Es pura energía cósmica materializada en pensamiento: abundancia idealizada, precariedad temida. El dinero se materializa de acuerdo a estos patrones. Su inestabilidad, la ductilidad de sus formas, el valor cambiante que le otorgamos en función de nuestros intereses... todo trata de decirnos algo más. Pero qué, pregunta el pordiosero. Pero qué, repite el millonario.
De "Servilletas" (Inédito)
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