Toda la infancia aguantando aquello de "estás en las nubes" y ahora resulta que sí, que todos estamos en una nube u otra. El día que la nube se nuble, esto es, que el ciberespacio se apague -una mala gripe- nos vamos todos al garete. Y ríanse ustedes.
Por cierto, yo, cuando niño, siempre estaba en las nubes, en el limbo, en la luna, en la inopia, en Babia, por los cerros de Úbeda, más allá que acá... Nunca viajé tanto como en aquellos años.
Luego uno aprende a viajar de otros modos, y hasta en compañía, pero nunca es lo mismo. De niño uno podía estar donde no debía y no estar donde debía. Con los años esa facultad se va perdiendo.
Ahora sé que la obediencia es el testamento de los lisiados.