Como todo, también para ilustrar la soledad es necesario que alguien delante de nosotros apriete el gatillo... perdón, el disparador... y haga la foto. Por suerte y por desgracia la exhibición de la soledad en nuestra época es una ficción más, un montaje. Miro fotos vuestras y mías, múltiples instantáneas robadas a la intención, más o menos preparada, de proyectar un perfil solitario, no sé si ingenuamente atractivo. Sabed que, al menos en mi caso, nunca ha sido así. Ese que veis caminar no está solo. Va y viene hacia alguien. Como sabía Miguel Hernández, "sólo soy yo cuando estoy solo". Pues eso. Solo, huérfano y sin consuelo está el que escribe el poema. Es en la página en blanco donde uno abraza su inaplazable, definitiva soledad. El resto del tiempo sobrevivimos lo mejor que podemos.
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