viernes, 28 de marzo de 2014

Cultura de base

Dentro de la estirpe de los artistas, tan repudiada en España, hay quienes ocupan el peldaño más bajo en cuanto a consideración social y son, por lo tanto, los primeros a los que se les ha recortado las posibilidades de subsistencia. Me refiero a los actores y actrices de base: cuentacuentos, mimos, tirititeros, clowns... gente que hasta hace unos años lograba sobrevivir actuando en casas de cultura, locales de ocio, asilos, bibliotecas... En el Día Internacional del Teatro quiero reivindicar la figura de todos estos profesionales que trabajan con colectivos sociales de los que casi nadie se acuerda: ancianos, mujeres y niños de barriadas obreras, con poco o ningún acceso a la cultura "culta, seria y formal". Porque estos artistas son los encargados de acercar el teatro, el cuento, la poesía a esa gran parte de la ciudadanía que nunca va a asistir al Festival de Teatro Clásico de Mérida, ni al de Almagro, ni saben quien es El Brujo. Ellos hacen que la gente se identifique con la magia de las palabras, que compartan pensamientos e intenciones, que alberguen dudas y sospechas y que, en ocasiones, lleguen a sumar fuerzas para cambiar la realidad de las cosas. Y lo logran alimentando esa "otra" cultura, la que emana directamente del pueblo y que no es un lujo, ni un disparate, ni un cuento.

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