Primero fue el infierno, Wojtila lo apagó de un plumazo: "el infierno es simbólico" dijo, y se olvidó del sufrimiento nada simbólico de millones de personas a lo largo de los siglos; más tarde nos quitaron el limbo, con su olor a lejía y a cabello de ángel, a estación de paso mal ventilada y a letrinas escolares. Ahora el bueno de Awking nos revela que los agujeros negros (los galácticos, se entiende) tampoco existen. Ya lo veo venir: algún desalmado nos largará cualquier día que la Navidad no coincide con el nacimiento del Mesías, que el amor es tan sólo una reacción química o que los Reyes Magos son en realidad los padres. Chusma. No saben mantener la boca cerrada.
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