Llega por sorpresa, impuntual y casi inoportuna, basta un giro de luz, una palabra amable, la propia respiración, otra piel... y acontece: es la certeza de estar siendo feliz. En medio del caos, en mitad de la nada. De una vez y para siempre, feliz. Absurdamente feliz. Tan dolorosamente feliz, que parece lógico.
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