jueves, 30 de agosto de 2012

Lecturas de agosto

1. Luis Antonio de Villena: "Biografía del fracaso" (Planeta).
Apasionante libro de semblanzas que al poco de publicarse se convirtió en un pequeño clásico. Breve pero intensamente, Villena repasa las andanzas y estragos de personajes como Isidore Ducase, Rimbaud, Caravaggio, Paul Gauguin, F. Scott-Fitzgerald, Rafael Cansinos-Assens, Reinaldo Arenas, Pedro Luis de Gálvez (echamos de menos a Armando Buscarini), Jorge Cuesta, Jim Morrison... y otros muchos.
El estilo de Villena es exquisito. Lo que no soportamos, por narcisista y simplón, al Umbral domeñado en las labores de rastreo y escarnio (el que se pregunta por el color de las medias de Madame Bovary, por ejemplo) en Villena resulta beatífico y preciso, iluminador y adictivo al mismo tiempo. Al menos sabemos que su obsesión (y la derrota es sólo una de ellas) es sincera.



2. Antoni Pascual: "Rilke o la transformación de la conciencia"(Obelisco).
Es cierto: a Rilke lo han ensalzado siempre una corte de lectores entusiastas (que no precisamente benefactores) a cual más extraño. De tal suerte, nos han llegado lecturas, teorías y visiones particularísimas que casi han deformado el hondo lirismo y la precisión expresiva del autor de Las elegías de Duino. Que en este libro sea un exjesuíta el que, tirando por el camino de en medio, nos presente a un Rilke mitad mesías, mitad hombre, resulta cuanto menos entretenido. Virtud que no está de más recuperar en un ensayo literario. Demasiadas veces erudición y pasión no bastan. Sobrado de esto último, Antoni Pascual Piqué (1941-2001) ofrece aquí un intenso recorrido por la vida del poeta. Pese a pecar de escasa profundidad biográfica y algunos errores cronológicos, el libro deja al lector con ganas de seguir indagando. Ideal si sabemos leer entre líneas o tenemos a mano semblanzas más autorizadas. Las de Munárriz, por ejemplo. Con todo, el libro es un espléndido trabajo acerca de la manera en que Rilke trabaja su vida y vive su obra. Pascual defiende que la verdadera batalla del poeta se libraba en el mundo del Inconsciente. Este autor firma otros dos volúmenes en los que ahonda en dicha teoría: los dedicados a Antonio Machado y Màrius Torres, también en Obelisco Ediciones.


 
3. Rainer María Rilke: "Rusia en verso y prosa" (Editorial Comares).
Este volumen se centra en las andanzas de Rilke y Lou Andreas-Salomé durante sus dos viajes por Rusia (en 1899 y 1900). Caldo suficiente para hacer de este libro una lectura más que recomendable. Entre otros intelectuales, en Rusia conoció Rilke a Boris Pasternak y a Marina Tsvietáieva (de quien se enamoró tardíamente). En cambio, la relación -epistolar y personal- con Lev Tolstoi fue siempre fría y distante, cuando no desdeñosa por parte del autor de Guerra y Paz.
El excelente prólogo, firmado por Antonio Pau, desmitifica algunas de las exageraciones que rodearon la aventura rusa de la extraña pareja, al tiempo que pone de relieve la quimera espiritual que ambos persiguieron tratando de encontrar a Dios y el Alma Rusa en el campesinado y las clases más bajas a las cuales nunca se acercaron realmente. Completan el volumen seis poemas dedicados a Lou. 



4. Francine Prose: "Vidas de Musas" (Ediciones del Bronce). 
Otro libro de semblanzas, en este caso de las inspiradoras, fascinantes y a menudo asfixiantes femmes que insuflaron estímulo y quebranto en la vida de artistas como Man Ray, George Balanchine, Dante Gabriel Rossetti,  Lewiss-Carroll, Salvador Dalí, Rainer María Rilke o John Lennon, entre otros. Libro extenso, variado y de cuidada prosa que sirve a la autora norteamericana para analizar las relaciones entre artistas y musas más allá de lo exótico y escabroso (que de todo hubo), al par que reflexiona con hondura pero sin morbo en el alcance de cada influencia y sus consecuencias en la vida y la obra. Por sus páginas desfilan Alice Lidell, Lou Andreas-Salomé, Elisabeth Sidall, Suzanne Farrell, Lee Miller, Yoko Ono, Gala... entre otras distinguidas y temibles féminas.  






5. Guido Ceronetti: "La linterna del filósofo" (Acantilado).
Ceronetti es poeta y filósofo, reconocido por su particulares revisiones (más que traducciones) de libros bíblicos: El libro de Job, El libro de los salmos o el sorprendente ensayo, también en Acantilado, El cantar de los cantares. Por eso, un libro como éste supone una excelente oportunidad para acercarse a la visión de quien adopta para sí el apelativo de "Il filosofo ighoto", tomado de Louis-Claude de Saint Martin. Efectivamente, Ceronetti se sitúa fuera del pensamiento lógico y normativo para fundar su propia escuela, una corriente propia, siempre en continua evolución, por la que transitan sin fisuras los textos bíblicos y la poesía de Blake, la pintura de Goya y las claves de Spinoza, Lutero y Juvenal, el tango y Shopenhahuer... Todo con un reconfortante sentido de la ironía y la distancia, sin renunciar a la profundidad y a la claridad. Impagables su análisis del tigre de Blake (que tanto obsesionó a Borges) o su visión particularísima del perro de Goya. Son sólo muestras. Hay mucho más en este delgado volumen. En él logra Ceronetti lo más difícil: apasionarnos con el arte de pensar.  


6. Isadore Ducase: "Cantos de Maldoror" (Visor). 
Los releo una vez al año, siempre en verano. Nacidos de la fiebre y la intemperie, cada uno de estos Cantos cava en la conciencia del lector un pozo sin retorno donde vida y literatura se disuelven para dar voz al relato brutal de la bondad y la maldad humanas. Cada línea resulta de una enfermiza lucidez. Y si a estas alturas su influjo moral no puede alarmarnos, sí lo hará su tentadora fuerza estética, esa prosa enloquecida que arrastra al lector y lo sacude con el arrojo de un íncubo, merced a su pensamiento trastornado y lujurioso. Gide llegó a decir de este libro inaudito y perverso que la lectura del Canto IV le llenaba de vergüenza hacia sus propios libros. Poco más podemos añadir.







7. Luis Antonio de Villena: "Proyecto para construir una villa romana en el páramo" (Visor). Quizá sea mi debilidad por Villena lo que me lleva a pensar que este nuevo conjunto de poemas resulta casi tan conmovedor como aquellas "herejías privadas" publicadas en 2009.  Evocación y despedida riegan el tono elegíaco de este libro para hundir sus raíces en la experiencia de la vida perdida, del amor esquivo y en la certidumbre de vivir en ese tiempo "fuera del tiempo" que es la memoria. Desprendido del corsé de las etiquetas, Villena enriquece su verso con la maestría del gourmet, asumiendo un tono confesional y cercano, casi íntimo, cuando es preciso, sin renunciar por ello al lenguaje culto, la referencia clásica y el ritmo envolvente al que nos tiene acostumbrados. Una delicatessen. Otra más.
  



8. Edward Thomas: "Poesía completa" (Pre-Textos)

Como la mayoría de los lectores españoles, no conocía la obra de Edward Thomas (1878-1917). Todo un descubrimiento. En esta cuidada edición del poeta Gabriel Insausti, encontramos una amplia muestra de la labor poética de quien comenzó como reseñista y acabó abrazando el verso bien entrado en los cuarenta. La poesía de Thomas, a punto siempre de desprenderse del romanticismo pero sin llegar a hacerlo del todo, nos remite a la naturaleza y a su relación con el hombre -y viceversa- a las puertas de un nuevo orden (o desorden) mundial propiciado por la industrialización incesante y la inminente Guerra. No en vano, el poeta moriría en Arras (Francia) adonde fue movilizado durante la Primera Guerra Mundial. Nos queda su poesía, sincera, melancólica, pero con vuelo suficiente para elevarse por encima del paisaje y ofrecernos sabias gotas de destilada emoción.  



9. Stephen Jay Gould, "Brontosaurius y la nalga del ministro" (Crítica). 
El paleontólogo estadounidense, toda una eminencia en el mundo científico, logró alternar en su prolífica trayectoria el estudio y la divulgación, cosechando un notable éxito con libros como éste. En él, Gould da respuesta a numerosos interrogantes: ¿Cómo influyó en la teoría de la evolución el hecho de que un ministro -de ahí el título- fuera herido en una nalga tras un duelo? ¿Existe una lección científica que extraer de la historia del béisbol? ¿Se equivocaba el Servicio Postal de Estados Unidos al llamar a uno de los dinosaurios representados en un sello Brontosaurus? ¿Qué explicación da el darwinismo a los pezones masculinos? El curioso lector encontrará aquí una fuente inagotable de anécdotas -históricas y científicas, principalmente-  aderezadas por el buen humor de Gould.
Magnífico.



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