jueves, 30 de agosto de 2012

Lecturas de agosto

1. Luis Antonio de Villena: "Biografía del fracaso" (Planeta).
Apasionante libro de semblanzas que al poco de publicarse se convirtió en un pequeño clásico. Breve pero intensamente, Villena repasa las andanzas y estragos de personajes como Isidore Ducase, Rimbaud, Caravaggio, Paul Gauguin, F. Scott-Fitzgerald, Rafael Cansinos-Assens, Reinaldo Arenas, Pedro Luis de Gálvez (echamos de menos a Armando Buscarini), Jorge Cuesta, Jim Morrison... y otros muchos.
El estilo de Villena es exquisito. Lo que no soportamos, por narcisista y simplón, al Umbral domeñado en las labores de rastreo y escarnio (el que se pregunta por el color de las medias de Madame Bovary, por ejemplo) en Villena resulta beatífico y preciso, iluminador y adictivo al mismo tiempo. Al menos sabemos que su obsesión (y la derrota es sólo una de ellas) es sincera.



2. Antoni Pascual: "Rilke o la transformación de la conciencia"(Obelisco).
Es cierto: a Rilke lo han ensalzado siempre una corte de lectores entusiastas (que no precisamente benefactores) a cual más extraño. De tal suerte, nos han llegado lecturas, teorías y visiones particularísimas que casi han deformado el hondo lirismo y la precisión expresiva del autor de Las elegías de Duino. Que en este libro sea un exjesuíta el que, tirando por el camino de en medio, nos presente a un Rilke mitad mesías, mitad hombre, resulta cuanto menos entretenido. Virtud que no está de más recuperar en un ensayo literario. Demasiadas veces erudición y pasión no bastan. Sobrado de esto último, Antoni Pascual Piqué (1941-2001) ofrece aquí un intenso recorrido por la vida del poeta. Pese a pecar de escasa profundidad biográfica y algunos errores cronológicos, el libro deja al lector con ganas de seguir indagando. Ideal si sabemos leer entre líneas o tenemos a mano semblanzas más autorizadas. Las de Munárriz, por ejemplo. Con todo, el libro es un espléndido trabajo acerca de la manera en que Rilke trabaja su vida y vive su obra. Pascual defiende que la verdadera batalla del poeta se libraba en el mundo del Inconsciente. Este autor firma otros dos volúmenes en los que ahonda en dicha teoría: los dedicados a Antonio Machado y Màrius Torres, también en Obelisco Ediciones.


 
3. Rainer María Rilke: "Rusia en verso y prosa" (Editorial Comares).
Este volumen se centra en las andanzas de Rilke y Lou Andreas-Salomé durante sus dos viajes por Rusia (en 1899 y 1900). Caldo suficiente para hacer de este libro una lectura más que recomendable. Entre otros intelectuales, en Rusia conoció Rilke a Boris Pasternak y a Marina Tsvietáieva (de quien se enamoró tardíamente). En cambio, la relación -epistolar y personal- con Lev Tolstoi fue siempre fría y distante, cuando no desdeñosa por parte del autor de Guerra y Paz.
El excelente prólogo, firmado por Antonio Pau, desmitifica algunas de las exageraciones que rodearon la aventura rusa de la extraña pareja, al tiempo que pone de relieve la quimera espiritual que ambos persiguieron tratando de encontrar a Dios y el Alma Rusa en el campesinado y las clases más bajas a las cuales nunca se acercaron realmente. Completan el volumen seis poemas dedicados a Lou. 



4. Francine Prose: "Vidas de Musas" (Ediciones del Bronce). 
Otro libro de semblanzas, en este caso de las inspiradoras, fascinantes y a menudo asfixiantes femmes que insuflaron estímulo y quebranto en la vida de artistas como Man Ray, George Balanchine, Dante Gabriel Rossetti,  Lewiss-Carroll, Salvador Dalí, Rainer María Rilke o John Lennon, entre otros. Libro extenso, variado y de cuidada prosa que sirve a la autora norteamericana para analizar las relaciones entre artistas y musas más allá de lo exótico y escabroso (que de todo hubo), al par que reflexiona con hondura pero sin morbo en el alcance de cada influencia y sus consecuencias en la vida y la obra. Por sus páginas desfilan Alice Lidell, Lou Andreas-Salomé, Elisabeth Sidall, Suzanne Farrell, Lee Miller, Yoko Ono, Gala... entre otras distinguidas y temibles féminas.  






5. Guido Ceronetti: "La linterna del filósofo" (Acantilado).
Ceronetti es poeta y filósofo, reconocido por su particulares revisiones (más que traducciones) de libros bíblicos: El libro de Job, El libro de los salmos o el sorprendente ensayo, también en Acantilado, El cantar de los cantares. Por eso, un libro como éste supone una excelente oportunidad para acercarse a la visión de quien adopta para sí el apelativo de "Il filosofo ighoto", tomado de Louis-Claude de Saint Martin. Efectivamente, Ceronetti se sitúa fuera del pensamiento lógico y normativo para fundar su propia escuela, una corriente propia, siempre en continua evolución, por la que transitan sin fisuras los textos bíblicos y la poesía de Blake, la pintura de Goya y las claves de Spinoza, Lutero y Juvenal, el tango y Shopenhahuer... Todo con un reconfortante sentido de la ironía y la distancia, sin renunciar a la profundidad y a la claridad. Impagables su análisis del tigre de Blake (que tanto obsesionó a Borges) o su visión particularísima del perro de Goya. Son sólo muestras. Hay mucho más en este delgado volumen. En él logra Ceronetti lo más difícil: apasionarnos con el arte de pensar.  


6. Isadore Ducase: "Cantos de Maldoror" (Visor). 
Los releo una vez al año, siempre en verano. Nacidos de la fiebre y la intemperie, cada uno de estos Cantos cava en la conciencia del lector un pozo sin retorno donde vida y literatura se disuelven para dar voz al relato brutal de la bondad y la maldad humanas. Cada línea resulta de una enfermiza lucidez. Y si a estas alturas su influjo moral no puede alarmarnos, sí lo hará su tentadora fuerza estética, esa prosa enloquecida que arrastra al lector y lo sacude con el arrojo de un íncubo, merced a su pensamiento trastornado y lujurioso. Gide llegó a decir de este libro inaudito y perverso que la lectura del Canto IV le llenaba de vergüenza hacia sus propios libros. Poco más podemos añadir.







7. Luis Antonio de Villena: "Proyecto para construir una villa romana en el páramo" (Visor). Quizá sea mi debilidad por Villena lo que me lleva a pensar que este nuevo conjunto de poemas resulta casi tan conmovedor como aquellas "herejías privadas" publicadas en 2009.  Evocación y despedida riegan el tono elegíaco de este libro para hundir sus raíces en la experiencia de la vida perdida, del amor esquivo y en la certidumbre de vivir en ese tiempo "fuera del tiempo" que es la memoria. Desprendido del corsé de las etiquetas, Villena enriquece su verso con la maestría del gourmet, asumiendo un tono confesional y cercano, casi íntimo, cuando es preciso, sin renunciar por ello al lenguaje culto, la referencia clásica y el ritmo envolvente al que nos tiene acostumbrados. Una delicatessen. Otra más.
  



8. Edward Thomas: "Poesía completa" (Pre-Textos)

Como la mayoría de los lectores españoles, no conocía la obra de Edward Thomas (1878-1917). Todo un descubrimiento. En esta cuidada edición del poeta Gabriel Insausti, encontramos una amplia muestra de la labor poética de quien comenzó como reseñista y acabó abrazando el verso bien entrado en los cuarenta. La poesía de Thomas, a punto siempre de desprenderse del romanticismo pero sin llegar a hacerlo del todo, nos remite a la naturaleza y a su relación con el hombre -y viceversa- a las puertas de un nuevo orden (o desorden) mundial propiciado por la industrialización incesante y la inminente Guerra. No en vano, el poeta moriría en Arras (Francia) adonde fue movilizado durante la Primera Guerra Mundial. Nos queda su poesía, sincera, melancólica, pero con vuelo suficiente para elevarse por encima del paisaje y ofrecernos sabias gotas de destilada emoción.  



9. Stephen Jay Gould, "Brontosaurius y la nalga del ministro" (Crítica). 
El paleontólogo estadounidense, toda una eminencia en el mundo científico, logró alternar en su prolífica trayectoria el estudio y la divulgación, cosechando un notable éxito con libros como éste. En él, Gould da respuesta a numerosos interrogantes: ¿Cómo influyó en la teoría de la evolución el hecho de que un ministro -de ahí el título- fuera herido en una nalga tras un duelo? ¿Existe una lección científica que extraer de la historia del béisbol? ¿Se equivocaba el Servicio Postal de Estados Unidos al llamar a uno de los dinosaurios representados en un sello Brontosaurus? ¿Qué explicación da el darwinismo a los pezones masculinos? El curioso lector encontrará aquí una fuente inagotable de anécdotas -históricas y científicas, principalmente-  aderezadas por el buen humor de Gould.
Magnífico.



jueves, 9 de agosto de 2012

Terror en el hipermercado

La conciencia de hacer saltar el continuum de la historia es propia de las clases revolucionarias en el instante de su acción.
Tesis de filosofía de la historia, Walter Benjamin



El mismo día que los medios nos informan de la fortuna de Amancio Ortega (el tercer hombre más rico del mundo), en Girona los supermercados sellan con candados los contenedores de basura para que los cientos de ciudadanos que pasan hambre no puedan meter la zarpa y arramblar una rebanada de pan caducada y maloliente. Quien quiera pan que pase por caja. Es la "lógica" del sistema. Y éste el estado moral al que hemos llegado: insolidaridad absoluta, prepotencia gratuita, vergüenza ajena. A muchos les sigue avergonzando ver gente rebuscando comida en la basura. A quién no. La diferencia es que ante esa realidad social todavía hay quienes sólo se preocupan por la mala imagen que el continuo merodeo de pobres da a sus negocios. Por su parte, los políticos -torpes, retrógrados, simiescos- ya sabemos de qué lado están: del lado del voto útil, que es el que se cuenta de antemano. O se compra. Hay mil maneras de comprar el voto. Una de ellas, la más recurrente, consiste en mantener desinformada a la opinión pública enfocando cuestiones sin trascendencia. Ésa la conocemos bien. Otra, más zorruna pero igualmente repetida, radica en criminalizar constantemente toda acción ejercida fuera de los intereses del Gobierno. Entre el electorado hay energúmenos a los que sólo reconforta la falsa seguridad de unas siglas o de un equipo de gobierno. Desde luego siempre es más desagradable ver y denunciar la violencia ejercida por el propio Gobierno de la nación.

Por lo pronto este está desmantelando la sanidad pública, dejando a miles de personas sin protección sanitaria, un principio que creíamos universal y gratuito. Ni lo uno ni lo otro. Y mientras tanto, qué hacen los altavoces del sistema. ¿Llega esta realidad a los principales informativos y desde estos a la ciudadanía? No, por supuesto que no; más aun: todo queda silenciado, excluido a conciencia de los titulares del día por decisiones políticas que han contaminado irreversiblemente la confianza de los ciudadanos en una información veraz, precisa y neutral. Imaginar hoy en España una información neutra -sea del medio que sea- suena risible, cuando no demencial.

Así las cosas, no es extrañar que la ley legitime lo inhumano, la más furibunda insolidaridad ejercida por los favorecidos del sistema (favorecidos y a menudo responsables, no lo olvidemos) mientras persigue, en el otro extremo de la balanza, los comportamientos más esenciales del ser humano: comer cada día, dormir bajo techo.

Pero sigamos cartografiando la actualidad, esa hermana pobre de la historia. Ayer mismo: el diputado autonómico de IU Juan Manuel Sánchez Gordillo y otros miembros del Sindicato Andaluz de Trabajadores (SAT) irrumpieron en dos hipermercados de Sevilla y Cádiz para llevarse varios carros de compra. Todos lo vimos porque ésta vez los medios se encargaron de propagar la noticia y alimentar el -falso- debate ético. Al margen del terrible anacronismo que supone ver a un cargo público reconvertido en Robin Hood, el asalto ha pretendido ser simbólico. Y en este sentido ha sido todo un acierto, pues en realidad lo que ha hecho ha sido encarnar una situación a la que estamos abocados y que antes o después terminará produciéndose. La violencia constante y silenciosa que ejerce el sistema económico neoliberal provoca una respuesta violenta. De ahí la represión, de ahí los candados en los cubos de la basura. El lenguaje de los sistemas violentos es siempre el mismo: prohibición, represión, persecución. El asalto a los hipermercados es sólo una cuestión de tiempo. Y para que cada asalto sea un acto completamente legítimo sólo hace falta que el fin sea claro y directo, sin intermediarios, sin representantes sindicales, sin sobreactuaciones: serán el hambre y la necesidad verdadera lo que derribe las puertas de los grandes templos del consumismo. A esto lo llamaba Walter Benjamin "el acontecimiento", ese punto de inflexión donde "el Antes se encontrará de nuevo con el Ahora, y del relámpago podrá surgir una nueva constelación". O lo que es lo mismo: ese segundo de fuego -que no puede darse sin violencia- en el que un ciudadano asfixiado se prende a lo bonzo frente a una sucursal bancaria y desata la "Primavera árabe".     

Pero esto es España, brother, aquí seguimos mirando al medallero olímpico como en otro tiempo mirábamos al cielo esperando la lluvia. Es tan sólo una más de las falsas realidades que podemos contemplar. Otros leemos a Benjamin y tampoco sirve de mucho. Sospecho que la razón no está jamás del lado de los que la interpretan, sino de aquellos que la reclaman y luchan por ella. No espero tener razón sino estar preparado. Mientras tanto, la primavera tarda en llegar. 




lunes, 6 de agosto de 2012

Olfateando vida en Marte

Primera imagen -óptima- enviada por el Curiosity desde Marte hoy mismo.

Al parecer ya estamos olisqueando la superficie marciana. Los científicos de la NASA lanzaron el pasado 26 de noviembre el explorador espacial Curiosity y éste se ha zampado en un suspiro -largo y contenido, eso sí- los 60 millones de kilómetros de distancia para posarse, ergonómico y triunfal, sobre la corteza roja (¿se dirá "amartizar"?). El caso es que a Chuty y a otros amigos de la Séptima Avenida Estelar esta nueva hazaña les maravilla y les llena de entusiasmo. Ya no sé cuántas veces habré visto la simulación de la dichosa cápsula y su robótico pasajero en el estudio de Mundos Virtuales. Me pregunto si no será también ésta vez todo virtual; el abordaje de Marte bien puede ser una ilusión mental comunitaria, una inducción más de nuestro inconsciente colectivo siempre ávido de aventuras y retos. Como decía mi abuela: qué sabemos acá. Lo único cierto es que nada lo es. Y si no, veamos. Hagamos una sencilla prueba. Una búsqueda rápida en Internet nos ofrecerá datos impensables (los sabemos pero no los conocemos) acerca de... pongamos por caso... la pobreza en el mundo. 

¿Es o no cierto que en el mundo desarrollado subsisten 1300 millones de personas por debajo de la línea de pobreza?  ¿Es o no cierto que hay 11 millones de personas en riesgo de pobreza extrema sólo en España? Las hay, pero no se las ve. Pues eso, "según", "depende", "tal vez... dicen los amigos de lo relativo (quizá mirando el Universo).

Está visto: al menor descuido de nuestra conciencia, lo cierto se vuelve relativo. 

Y es por esto que la realidad, que no tiene dueño, sí tiene inquilinos, huéspedes iracundos que no soportan la supremacía de lo objetivo ni la dictadura de lo empírico. Al menos mientras aquí, en la viejecita Tierra, no hayamos resuelto otros problemas mucho más acuciantes y que al menos a mí me llenan de vergüenza y me amargan -qué quieren, lo siento- mi pírrica porción de orgullo intergaláctico. Dirán algunos que es mezclar la velocidad con el tocino, y en efecto es eso: menos velocidad en la carrera espacial y más rapidez en la distribución de alimentos y de medios sanitarios en las múltiples regiones del planeta donde no se conoce el tocino. Tampoco el pan, el agua corriente o los Juegos Olímpicos, y mucho menos la posibilidad de enviar un robot a Marte para que eche unas cuantas fotos antes de convertirse en lujosa chatarra interestelar. Pero sobre todo allí donde no se concibe nuestro asombro e interés ante lo que a buen seguro supone un adelanto científico -y filosófico, decía alguien hoy- pero también la demostración palmaria de que nos gusta demasiado mirar a otra parte, siempre a otra parte.

Y yo, que me crié con la música de Bowie, qué quieren que les diga, ya no me fío ni de mi sombra. 




sábado, 4 de agosto de 2012

Ciudadano Helder. (Sobre los pasos de Herberto Helder)



"No quiero saber nada del mundo: estoy leyendo a Herberto Helder". Hace ya cuatro años que escribí esto en mi libreta y sigo teniendo la misma impresión ahora que he leído y releído casi toda la obra -todo lo disponible, que no es tanto- de este extraordinario poeta portugués. Su descubrimiento supuso para mí un salto mortal sin red de esos que nos marcan para toda la vida; he vivido varios: Whitman con 14, san Juan de la Cruz a los 15, Valente a los 17... pero, a qué engañarse, la capacidad de asombro es algo que vamos perdiendo a medida que la experiencia apuntala las vigas de nuestro conocimiento.

Helder (Funchal, 1930) representa un caso aparte en la literatura portuguesa; su obra plantea un decidido paso hacia adelante tanto en la forma como en el fondo, produciendo una ruptura con todo lo anterior. Quizá sea, tras Pessoa, el poeta portugués más radical del siglo XX.

Algo más joven que los poetas surrealistas agrupados a finales de los cuarenta en torno a Cesariny, y poseedor de un sentido del humor y una afilada ironía que lo aleja del tono reposado de los neorrealistas (Ramos Rosa, Sophia de Mello Breyner, Eugenio de Andrade...) con los que se le podría emparentar cronológicamente, lo cierto es que Helder inaugura -desbroza más bien- una senda propia tomando elementos de diferentes escuelas y tradiciones. Con ellos consigue someter al lenguaje a un pulso constante, a una tensión de opuestos que fundirá sobre el verso cuerpo y espíritu, ciencia y creencia, pensamiento y alucinación. La potencia de sus mejores textos es difícil de olvidar. Recomiendo al lector español los dos volúmenes que reposan en mi mesa: el volumen de textos en prosa "Los pasos en torno" (Hiperion, 2004) y el de poemas "O el poema continuo" (Hiperion, 2008) en versiones de Ana Márquez y Jesús Munárriz respectivamente.     

Se dice que los poemas de Helder no son fáciles, y qué poema lo es. Muy mal se tiene que leer un poema para que nos resulte fácil. En mi mundo de paralelismos imaginarios suelo visualizar al portugués al lado de Carlos Edmundo de Ory, Juan Eduardo Cirlot y -no sé por qué- Lezama Lima. Cosas del inconsciente, que es el que manda. Bien lo sabe Herberto Helder y de esa inagotable fuente él extrae su más preciado metal, alquimista loco que labra en el verso la tensión de nuestros miedos y deseos más profundos, imágenes talladas con la precisión de quien conoce el infierno humano y la divina perfección de la materia y los integra perfectamente en la realidad del poema., es la linea de tiempo que no existe. Su poesía está llamada a seducirnos o a dejarnos indiferentes, cuestión de sincronía y de reserva kármica. Otros sean los que se entretengan en la abultada rareza del personaje que el autor ha construido en torno a su leyenda: la de ermitaño hosco y esotérico empedernido, una suerte de Salinger portugués extraviado a voluntad por las calles de Cascais, anónimo y mundano.

Sé que no soy el primero ni seré el último que cuando callejea por Cascais imagina un hipotético encuentro a pie de bar con el autor de "O amor em Visita". Acaso la diferencia sea que, año tras año, yo también evitaba ese encuentro. Hay autores a los que uno no desea conocer más allá de su obra. Como si fuera del poema todo lo demás resultara innecesario. Creo que es esto lo que el ciudadano Helder trata de decirnos con su silencio infranqueable a orillas del pálido Atlántico.

No muy lejos de allí, ruge inconsolable A boca do Inferno ahogando el mito. Otro más.  


No sé como decirte


No sé como decirte que mi voz te busca
Y la atención comienza a florecer, cuando sucede una noche
Espléndida y colosal.
No sé que decir, cuando lejanamente tus muñecas
Se llenan de un brillo luminoso
Y te estremeces como un pensamiento íntimo. Cuando,
Iniciado en el campo, el centeno inmaduro se ondula tocado
Por el presentir de un tiempo distante,
Y en la tierra crecida los hombres entonan una vendimia
- yo no se como decirte que cientos de ideas,
Dentro de mí, te buscan.

Cuando las hojas de la melancolía arremeten contra los astros
Al lado del espacio
Y el corazón es una semilla inventada
En su fondo oscuro y en su huracán diario,
Tú arrebatas los caminos de mi soledad
Como si toda la casa ardiese descansando en la noche.
- Y entonces no sé que decir
Junto a la taza de piedra de tu silencio tan joven.
Cuando los niños despiertan sobrecogidos en la luna
De donde caen a veces en medio del tiempo
- no se como decirte que la pureza,
Dentro de mí, te busca.

Durante la primavera entera aprendo
Los tréboles, el agua sobrenatural, el leve y abstracto
Correr del espacio -
Y pienso que voy a decir algo con sentido,
Pero cuando la sombra cae de la ávida curva
De mis labios, siento que me faltan
Un girasol, una piedra, un ave - cualquier cosa extraordinaria.

Porque no se como decirte sin milagros
Que dentro de mí está el sol, el fruto,
El niño, el agua, el dios, la leche, la madre,
El amor,

Que te buscan.



Minha cabeça estremece com todo o esquecimento.

Música: Rodrigo Leao. Texto: "Ou o poema continuo" Herberto Helder 


Minha cabeça estremece com todo o esquecimento.
Eu procuro dizer como tudo é outra coisa.
Falo, penso.
Sonho sobre os tremendos ossos dos pés.
É sempre outra coisa, uma
só coisa coberta de nomes.
E a morte passa de boca em boca
com a leve saliva,
com o terror que há sempre
no fundo informulado de uma vida.

Sei que os campos imaginam as suas
próprias rosas.
As pessoas imaginam os seus próprios campos
de rosas. E às vezes estou na frente dos campos
como se morresse;
outras, como se agora somente
eu pudesse acordar.

Por vezes tudo se ilumina.
Por vezes canta e sangra.
Eu digo que ninguém se perdoa no tempo.
Que a loucura tem espinhos como uma garganta.
Eu digo: roda ao longe o outono,
e o que é o outono?
As pálpebras batem contra o grande dia masculino
do pensamento.

Deito coisas vivas e mortas no espírito da obra.
Minha vida extasia-se como uma câmara de tochas.

- Era uma casa - como direi? - absoluta.

Eu jogo, eu juro.
Era uma casinfância.
Sei como era uma casa louca.
Eu metias as mãos na água: adormecia,
relembrava.
Os espelhos rachavam-se contra a nossa mocidade.

Apalpo agora o girar das brutais,
líricas rodas da vida.
Há no esquecimento, ou na lembrança
total das coisas,
uma rosa como uma alta cabeça,
um peixe como um movimento
rápido e severo.
Uma rosapeixe dentro da minha ideia
desvairada.
Há copos, garfos inebriados dentro de mim.
- Porque o amor das coisas no seu
tempo futuro
é terrivelmente profundo, é suave,
devastador.

As cadeiras ardiam nos lugares.
Minhas irmãs habitavam ao cimo do movimento
como seres pasmados.
Às vezes riam alto. Teciam-se
em seu escuro terrífico.
A menstruação sonhava podre dentro delas,
à boca da noite.
Cantava muito baixo.
Parecia fluir.
Rodear as mesas, as penumbras fulminadas.
Chovia nas noites terrestres.
Eu quero gritar paralém da loucura terrestre.
- Era húmido, destilado, inspirado.
Havia rigor. Oh, exemplo extremo.
Havia uma essência de oficina.
Uma matéria sensacional no segredo das fruteiras,
com as suas maçãs centrípetas
e as uvas pendidas sobre a maturidade.
Havia a magnólia quente de um gato.
Gato que entrava pelas mãos, ou magnólia
que saía da mão para o rosto
da mãe sombriamente pura.
Ah, mãe louca à volta, sentadamente
completa.
As mãos tocavam por cima do ardor
a carne como um pedaço extasiado.

Era uma casabsoluta - como
direi? - um
sentimento onde algumas pessoas morreriam.
Demência para sorrir elevadamente.
Ter amoras, folhas verdes, espinhos
com pequena treva por todos os cantos.
Nome no espírito como uma rosapeixe.

- Prefiro enlouquecer nos corredores arqueados
agora nas palavras.
Prefiro cantar nas varandas interiores.
Porque havia escadas e mulheres que paravam
minadas de inteligência.
O corpo sem rosáceas, a linguagem
para amar e ruminar.
O leite cantante.

Eu agora mergulho e ascendo como um copo.
Trago para cima essa imagem de água interna.
- Caneta do poema dissolvida no sentido
primacial do poema.
Ou o poema subindo pela caneta,
atravessando seu próprio impulso,
poema regressando.
Tudo se levanta como um cravo,
uma faca levantada.
Tudo morre o seu nome noutro nome.

Poema não saindo do poder da loucura.
Poema como base inconcreta de criação.
Ah, pensar com delicadeza,
imaginar com ferocidade.
Porque eu sou uma vida com furibunda
melancolia,
com furibunda concepção. Com
alguma ironia furibunda.

Sou uma devastação inteligente.
Com malmequeres fabulosos.
Ouro por cima.
A madrugada ou a noite triste tocadas
em trompete. Sou
alguma coisa audível, sensível.
Um movimento.
Cadeira congeminando-se na bacia,
feita o sentar-se.
Ou flores bebendo a jarra.
O silêncio estrutural das flores.
E a mesa por baixo.
A sonhar.





Del libro Ou o Poema Contínuo
Herberto Helder (Funchal, Madeira, 1930)

viernes, 3 de agosto de 2012

Una tarde con Yes



Una tarde con la formación original de Yes: Anderson, Howe, Wakeman, Squire y White. Un elenco de talentos individuales que por su propia idiosincrasia (digamoslo así)  no suelen durar mucho tiempo juntos. Cuando lo hacen, el espíritu del mejor Yes renace como si por ellos no hubiera pasado el tiempo. Este año cumplirán 45 sobre los escenarios. A sus espaldas, una veintena larga de discos oficiales, ingentes ediciones para coleccionistas, multitud de giras mundiales, juicios y demandas, reuniones y expulsiones, un sólo nº 1 y varios de los mejores discos que el rock nos ha dado. Así es el mundo de Yes, una banda excesiva en todos los sentidos:  música preciosista, atmósferas apabullantes, manierismo instrumental, imaginación y reto constante, herencia clásica y honky tonk, rock & roll y pop de diseño. Todavía unos cuantos llamamos a esto "progresivo". 

He elegido esta pequeña pieza, "Show me", porque su letra me resulta emocionante y su sencillez musical todo un reto para ser estudiado con atención. Jon Anderson ha escrito algunas letras realmente emocionantes, aunque siempre se le ha valorado más por su inimitable timbre, esa voz angelical que también podemos apreciar al lado de Vangelis, Mike Oldfield, Kitaro o Milton Nascimento, al margen de una larga discografía en solitario.

Aquí tenemos a la banda en formato acústico en 2004 ofreciendo un breve repaso a su repertorio de los 70, su época dorada. Podemos apreciar los primeros síntomas de agotamiento en la garganta de Anderson, que llevarían al cantante a un descanso forzado y la consiguiente suspensión de la gira mundial. En 2011 el resto de la banda, hartos de esperar su recuperación, decidió sustituirle por un clon (David Benoit) de una banda tributo y grabar Fly from here. Pero ésa es otra historia.

Volvamos a los Yes clásicos. Aquí va el concierto entero. El repertorio no tiene desperdicio:

1. Tiger Rag
2. Long Distance Runaround
3. South Side of the Sky
4. Show Me
5. Roundabout
6. Time is Time
7. I've Seen All Good People

Aquí va el concierto completo. Que lo disfrutéis.

Mal paso



Soy incapaz de alegrarme de la caída de nadie (algo tan propio en la España de los 80 y las películas de Summers), y el hecho de ver a un anciano darse de bruces contra el suelo sólo me inspira compasión. Ahora bien, como no podemos evitar los escalones (los hay hasta en los cuarteles militares) ni las zancadillas de la vida, propongo que prescindamos de reyes y monarcas y cuidemos más a los octogenarios, a secas. A todos, incluidos los muy castrenses. Así un simple escalón no pondrá en peligro la seguridad del Estado.