martes, 18 de marzo de 2014

viernes, 7 de marzo de 2014

Homenaje -en un día cualquiera- a la Mujer

I.

La Naturaleza imita al Arte, concluyeron satisfechos aquellos ilustres prohombres. Les corrigió una niña, que era en realidad una abuela disfrazada: al Arte no, la Naturaleza imita a la Mujer.




II.

Retrato de mujer con niño.



sábado, 15 de febrero de 2014

Lecciones de San Valentín

"Porque hay muchas maneras de decir "Te quiero", termina sentenciando el eslogan de una joyería en vísperas de San Valentìn. Sí, -replico de inmediato- y la más obscena es decirlo con oro.

domingo, 2 de febrero de 2014

El Señor de los ejércitos



Asistimos ayer a una misa funeral. El sacerdote no dejó de repetir: "El Señor de los Ejércitos es el Rey de la Gloria". Y ahí ya aluciné. Me esforcé en desentrañar semejante afirmación empleando toda mi inteligencia pero ni aún así. Y ahí sigo. No acierto a imaginar qué oculto sentido puede esconder una frase así, tan sonora como vacía, tan prepotente y ridícula. "El Señor de los Ejércitos es el Rey de la Gloria", repetían los fieles, un breve reguero de cabezas agachadas. Debe ser parte de la anestesia mental, algo así como un mantra tibetano tantas veces repetido que los sonidos vuelan ya dispersos, desprovistos de todo significado cual arcángeles desobedientes. Sólo quedan las palabras, proferidas una y otra vez entre amenaza y lamento: señor, ejércitos, rey, gloria...  Y ahí tenemos a las legiones celestiales, al dios que las ordena y dirige, el rey de Israel en todo su esplendor marcial, que por algo es amo y señor. Todo ello aderezado con la poderosa imaginería católica: música de órgano, santos mutilados, reliquias, exvotos... y frío, mucho frío por todas partes. A diferencia del Vaticano, las sucursales del Cielo en la Tierra no deben, ya se sabe, resultar confortables. Poco importa que en este gélido valle de lágrimas la palabra santa se acompañe del rumor indecente de monedas cayendo al cepillo, ni que la misa haya costado a la familia 10 euros por la honrosa mención del difunto. Que una parte de nuestra sociedad se encomiende a semejantes prebendas resulta cuando menos delirante. Lo preocupante es que el resto carguemos con sus excesos y paranoias. 



sábado, 25 de enero de 2014

Horizonte aparente

Primero fue el infierno, Wojtila lo apagó de un plumazo: "el infierno es simbólico" dijo, y se olvidó del sufrimiento nada simbólico de millones de personas a lo largo de los siglos; más tarde nos quitaron el limbo, con su olor a lejía y a cabello de ángel, a estación de paso mal ventilada y a letrinas escolares. Ahora el bueno de Awking nos revela que los agujeros negros (los galácticos, se entiende) tampoco existen. Ya lo veo venir: algún desalmado nos largará cualquier día que la Navidad no coincide con el nacimiento del Mesías, que el amor es tan sólo una reacción química o que los Reyes Magos son en realidad los padres. Chusma. No saben mantener la boca cerrada.




jueves, 14 de noviembre de 2013

Cortocircuito en la vía láctea

Absurdo como una antorcha olímpica sin llama flotando en el espacio.

Los Elegidos admiran el desarrollo tecnológico alcanzado. Algunos, de entre los Elegidos, miramos con vergüenza al suelo y apagamos el televisor. Ajenos a la pantalla, los Nadie siguen buscando calor y alimento entre la corteza terrestre, en las basuras de los hipermercados, arrancando las venas de fibra óptica en las autopistas de la información.

Es la hora en que Dios suele hacer cortocircuito. 

Del dinero

Qué curiosa energía es el dinero. Invisible como todo lo que de verdad importa y, por eso mismo, incontrolable. Su estado natural es, como el nuestro, cambiar. Y así, aumentando y disminuyendo, logra alterar nuestra percepción de las cosas, alquilarnos breves dosis de felicidad, garantizarnos el sufrimiento. A veces, por mucho que lo buscamos, nos esquiva dolorosamente; otras, casi sin esfuerzo, nos sale al paso hasta llenar nuestros bolsillos. Es pura energía cósmica materializada en pensamiento: abundancia idealizada, precariedad temida. El dinero se materializa de acuerdo a estos patrones. Su inestabilidad, la ductilidad de sus formas, el valor cambiante que le otorgamos en función de nuestros intereses... todo trata de decirnos algo más. Pero qué, pregunta el pordiosero. Pero qué, repite el millonario.

De "Servilletas" (Inédito)

sábado, 12 de octubre de 2013

Institucionalizar la felicidad

Un rasgo inequívoco de la polaridad que plantea la actual situación económica en España es el planteamiento impuesto por gobierno y demás poderes públicos al acuñar conceptos como "pasar página", "superar la crisis" o "reinventarse". Bajo estas consignas se busca trasladar a la población un cambio de actitud que pasa por el abandono de la queja y la protesta, la superación de las dificultades cotidianas, y la reinvención forzosa -revestida de un épico afán de emprendimiento- frente al derecho a ser, a seguir siendo, tal cual somos. En otras palabras: a renunciar a nuestros derechos y legítimas reclamaciones sociales en aras de una "calidad de vida" que, si bien se ha esfumado para siempre, no debe impedirnos ver la vida con optimismo, esperanza y buena disposición. Lo que popularmente se conoce como "virgencita, que me quede como estoy". Que siempre puede ser peor.

Así las cosas, desde el Órgano General de Propaganda (antes conocido como RTVE) se nos informa de la existencia del Instituto de la Felicidad, así, como suena. En La Noche en 24 horas, dos señores de amplia sonrisa y claro entusiasmo, el presidente del Instituto de la Felicidad, Carlos Chaguaceda y el cirujano y profesor en liderazgo, comunicación y creatividad, Mario Alonso Puig, nos cuentan las virtudes de abrazar la felicidad y dejar atrás "los malos pensamientos, la negatividad constante y la queja improductiva”, para lo cual no dudan en esgrimir las consignas de moda: “inteligencia emocional”, “coaching”, “crecimiento interior”, “talante emprendedor”… Es la palabrería del capitalismo, capaz de revestir de un incierto halo espiritual los estímulos y necesidades de mercado. 

A medida que transcurre la entrevista-reportaje, comprendemos que la presencia de la vicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaría inaugurando el Spain Startups and Investor Summit (la feria de emprendedores que se celebra en Madrid y que contará con la presencia de eminentes divulgadores como el hostelero Kike Sarasola, la presidenta de la Comisión Europea ‘Startup Europe’, Neelie Kroes, al inversor y emprendedor de alta tecnología, Yossi Vardi, o el propio Mario Alonso Puig), no es simplemente una cuestión de protocolo sino una estrategia más de apoyo y promoción del nuevo modelo de mercado que se nos presenta. Se incide hasta la saciedad en las nuevas oportunidades generadas por la crisis, el horizonte de confianza de nuestra economía y lo importante que es estar preparados para responder con inteligencia y provecho ante el nuevo marco socioeconómico. No debe extrañarnos que el instituto que promueve dicho congreso pertenezca a la fundación Coca-Cola y se llame literalmente así: Instituto Coca Cola de la Felicidad. http://institutodelafelicidad.com/instituto. La chispa de la vida, vamos.

Los ciudadanos y ciudadanas que asisten incrédulos a este jolgorio de loas, sonrisas y frases impactantes se preguntarán, como me pregunto yo, de qué coño están hablando. Ante una sociedad “fracturada por el severo aumento de la desigualdad” (cito literalmente del informe de Cáritas presentado hoy mismo), en la que más de tres millones de personas viven con menos de 307 euros al mes, esgrimir públicamente un concepto tan subjetivo como el de felicidad implica invadir las estancias de la sostenibilidad económica bajo un prisma puramente mercantilista. No se nos habla, en realidad, de bienestar social, no se atienden razones de emergencia ni se trazan soluciones reales, antes al contrario, se propone –más bien se impone- a la ciudadanía la adaptación al nuevo panorama socioeconómico, con la “inevitable” pérdida de derechos fundamentales que estamos sufriendo y por los que tanto se ha luchado. Se nos fuerza a callar, a reprimir los síntomas de malestar, a adaptar nuestras necesidades calibrando las “nefastas” consecuencias del descontento, la insatisfacción, el ahogo y la penuria en la que tantos ciudadanos y ciudadanas españoles nos encontramos. Se trata, a todas luces, de una consigna ideológica disfrazada de desarrollo y crecimiento personal.

Más allá de esta intencionalidad ideológica, debe señalarse el concepto acuñado: “felicidad”. Sólo una sociedad abducida por el materialismo puede enarbolar una consigna semejante, con el peso moral que conlleva, y dar como sola respuesta la adaptación a un nuevo modelo de mercado todavía más injusto, más fiero y desigual. La respuesta viene a ser: baje usted la pendiente sonriendo. Y para ello, las claves del éxito han cambiado su vocabulario: “equilibrio”, “control”, “conocimiento”…

Una propuesta sin duda estimulante, un rayo de claridad y esperanza en un país que confiesa no saber leer la factura de la luz. Pronto seremos aún más los que, sin entenderla, no podamos pagarla. Por no hablar de cultura, sanidad, educación o justicia. Males menores, ajustes necesarios. 

No sé a ustedes, pero a mí estos discursos sólo me provocan burbujas de indignación.