Anoche, cuando volvía del campo de mi amigo Ángel Andrada, una luna roja agonizaba en lo alto, cantaban los grillos, la noche estaba en calma, sofocante pero hermosa, y el mundo parecía estar bien hecho. Instintivamente, en el equipo del coche busqué esta canción del mago Spinetta para escucharla una y otra vez, como cuando de niño quedaba atrapado en un universo sonoro de tres minutos. Me parece una obra maestra. La letra es de esas cosas que no se pueden explicar. ¿A qué te refieres, flaco? Da igual. Nunca lo sabré, nunca querré saberlo del todo. Para qué descifrar el enigma de ese "vino que entibia sueños al jadear", de esa luna "enrojecida en sed", de esas impalas recorriendo el estanque, de esos tigres que "ya se ven bajo la lluvia"... frutos de una consciencia alucinada y de un genio creativo irrepetible.
...Y entonces lo entendí: la realidad es nuestra mayor alucinación.
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